miércoles, 22 de abril de 2009

El celular de Luis Jesús


Por Cristián Macouzet

En la actualidad, más de la mitad de la población cuenta con un teléfono móvil o un radio comunicador. Los usos son diversos, desde comunicarse con personas que se encuentran en otros países para hacer llamadas de negocios, hasta para mandar mensajes a los amigos que viven a tan sólo unas cuantas cuadras de distancia.

Luis Jesús Rentería García, estudiante de Ingeniería Industrial de 23 años de edad, que además trabaja en una fábrica de calzado, es uno entre los millones que poseen un teléfono celular. Él afirma que tuvo su primer celular hace 5 años. Actualmente sólo posee un celular, ya que con ese le basta para mantenerse comunicado.

Dice recibir entre 5 y 10 mensajes al día y solamente 3 llamadas y de carácter familiar. Sin embargo él manda entre 10 y 20 mensajes al día y no realiza llamadas, ya que no le gusta gastar crédito. Él utiliza el celular sólo para que sus amigos y familiares lo localicen, y para mandar mensajes a su amiga Mónica. Esto comprueba lo que dice Rosalía Winocur en su texto “El móvil, artefacto ritual para controlar la incertidumbre”: “El teléfono móvil es clave para mantener la cohesión imaginaria de estos espacios familiares seguros donde habitan nuestras certezas, cuando nos cubre bajo el manto protector de estar siempre comunicados con “los nuestros”.

En la mayoría de las ocasiones no lo usamos para ampliar nuestras redes de conocidos o entablar nuevas relaciones, como sucede con Internet, sino para no perder el contacto con los nuestros, un circuito de afectos y reconocimientos mutuos que excluye a los otros” Cuando no tiene saldo no se siente limitado en ningún aspecto, ya que "siempre hay amigos con crédito".

A diferencia de una gran cantidad de personas, Luis Jesús asegura que no es gran problema si olvida el celular en su casa, que no se siente ni frustrado, ni limitado en ningún sentido. Sus padres llegan a preocuparse si no pueden localizarlo, pero esto a él lo tiene sin cuidado. El celular es simplemente una herramienta que ayuda a la comunicación con las personas, pero olvidarlo no es cuestión “de vida o muerte”.

No obstante, el hecho de que sus padres traten de comunicarse con él, como dice Rosalía Winocur, “es un acto de domesticidad”, ya que al atender el móvil se desconecta del exterior para informar a sus familiares cómo y dónde se encuentra.
Su celular es un modelo antiguo, por lo que no tiene funciones extra como son la cámara y reproductor de música, sin embargo, también lo utiliza como despertador.

El celular se ha convertido en un aparato, no sólo para comunicarnos a distancia y entretenernos, sino también como medio de expresión corporal, ya que como menciona Winocur “lo empuñamos para señalar, reprender, acompañar nuestra gesticulación, o lo manipulamos compulsivamente para jugar, revisar o mandar mensajes de texto”. Incluso el modelo de celular más caro que ha estado en posesión de Luis Jesús fue uno de $7,000 pesos de costo. Éste lo usaba para todas las funciones antes mencionadas, y además le encontró un uso muy creativo y particular: ¡Para revolver cubas con la antena! Por esta razón se le descompuso.

Después de este pequeño incidente, el gastaría hasta $2,000 pesos en un celular (no más), siempre y cuando tuviera cámara, reproductor de música y tal vez internet. Actualmente tiene un año con el mismo celular sin funciones y sin antena. Cabe señalar que se lo regaló su papá.

Luis Jesús cambia de celular hasta que el teléfono le dure, esto es aproximadamente un año y gasta aproximadamente $30 pesos al mes en crédito, ya que sólo lo usa para mandar mensajes a una amiga llamada Mónica. Cuando los amigos no tienen saldo cambia la situación y recurre a recargar su celular, para seguir en comunicación.

Dice que si perdiera su celular no se sentiría frustrado, ya que el celular si ayuda a comunicar, más no es indispensable.
Él deja prendido su celular durante la noche, pero sólo porque lo utiliza como despertador. Si alguien lo llama mientras está durmiendo es difícil que conteste. Del mismo modo, no interrumpe sus actividades cotidianas cuando lo llaman por teléfono, a menos que sea una emergencia.

En conclusión, como dice Winocur “el celular alberga y sostiene nuestras redes, nuestros contactos, y nuestros afectos, pero también expresa poder sobre nuestro cuerpo y el cuerpo de los otros, sobre nuestro tiempo y el tiempo de los otros, sobre nuestros territorios reales, imaginarios y virtuales. Si alguien recibe pocas o muchas llamadas o mensajes, expresa no sólo su pertenencia, sino su control sobre el sistema de redes. El poder simbólico se mide por el acceso a la información clave en la red y también por la lista de contactos disponibles.”

Luis Jesús a pesar de no estar (o no creer estar) tan influenciado por este aparato, lo utiliza en su cotidianeidad, como medio de comunicación, expresión, posesión y poder virtual, al tener al alcance de su mano la comunicación con sus seres más allegados.

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